La primera actuación fue organizar un espacio de 525 m2, irregular y caótico, que además carecía de ritmo arquitectónico. También se tomó la decisión de que todo -incluyendo las zonas de consulta, de pruebas y el taller mecánico de montaje- funcionara como un escaparate general y todas las actividades se mostraran al público.
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El resto del producto se encuentra también a mano, guardado en varios cajones situados en la parte inferior de los volúmenes expositivos. Estos cajones sirven, al mismo tiempo, de apoyo a la hora de enseñar el producto y de zona de almacenamiento.
El mostrador de atención y cobro se encuentra al final del espacio expositivo, separándolo de la zona de taller. Se trata de un volumen compacto de hormigón igual que el pavimento. A ambos lados del mostrador se ubican los dos gabinetes de pruebas y, al fondo, el taller permanece completamente abierto visualmente al público.
Todo el suelo se ha pavimentado con hormigón color arena, impermeabilizado y acabado totalmente mate. El objetivo es tener un acabado continuo, neutro para no restarle protagonismo a los elementos expositivos, creando un conjunto arquitectónico en cuanto a volumen, color y textura.
Con el mismo fin y no caer en decorativismos innecesarios y superfluos, todo el espacio arquitectónico se ha pintado en un color arena claro (Colina mate de la carta Valentine by Joan Lao), creando personalidad e imagen corporativa a través del conjunto arquitectónico.
Para la iluminación general, se utilizan focos halógenos empotrados, con bombilla Qr-111de 50w de 8º de proyección, que potencia una iluminación escenográfica que remarca el claroscuro. Las líneas de focos se sitúan a lo largo de las zonas expositivas.
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