Ubicada en una nueva área residencial donde más bien se tiende a la falta de personalidad urbanística y arquitectónica, esta vivienda proyectada por Apollo Architects (Kurosaki Satoshi) se convierte en una pequeña joya en la que brillan el cemento, la madera y el cristal. Su propietario deseaba un garaje para dos coches, un espacio en el que la familia pudiera relajarse y permitiera el paso de la luz y el aire y, al mismo tiempo, les proporcionara intimidad.

En el exterior, el techo inclinado de hormigón y madera se cierne sobre todo aquel que atraviese la entrada. El equilibrio entre el edificio principal de forma trapezoidal invertida y el garaje cubierto con un techo de rejilla también ha sido cuidadosamente planeado. La falta de alicientes del entorno hace que la casa se cierre al mundo exterior para potenciar los espacios internos.

En la planta baja, se han ubicado las habitaciones para todos los miembros de la familia y el perro, que están conectadas con una terraza. Una de las principales características de la casa es la desalineación entre este nivel más privado y el primer piso, reservado para el salón-comedor, la cocina, un baño y una terraza desde la que se accede a la azotea. Además, este primer nivel ha sido diseñado para que sus estancias estén conectadas en serie manteniendo una distancia agradable.

La disposición de la terraza en diagonal, que se corresponde con la fachada que sobrevuela la entrada, no sólo es efectiva haciendo que los interiores parezcan más espaciosos y en dejar pasar más luz mientras confiere una privacidad a los ocupantes, sino que también permite disfrutar de vistas al cielo.

El equipamiento de la cocina y la nevera están insertados dentro de los muros, de modo que el espacio pierde la apariencia de cocina. Las áreas que requieren agua, como la cocina y los baños, se agrupan en un espacio compartimentado por un muro de cristal que hace que la estancia parezca más espaciosa.