DAVID CARDELÚS:
El convertirse en fotógrafo fue para David Cardelús (Barcelona, 1967) el resultado de un proceso que comenzó mientras estudiaba en la Facultad de Bellas Artes, donde se dio cuenta de que tenía «cierta facilidad para comprender el mundo a través de una cámara y explicarlo». En 2016 y unas cuantas fotografías después, Cardelús ha celebrado sus 25 años de profesión con una serie de imágenes de la Ciudad Condal, donde queda explícita su capacidad de captar y transmitir la parte técnica y emocional de cualquier obra arquitectónica.
Pero además de «retratar» edificios, Cardelús también está especializado en los campos del diseño de interiores, el patrimonio arquitectónico, el diseño de espacios comerciales y la representación de la ciudad y el paisaje. Durante su larga carrera profesional, el fotógrafo ha trabajado para estudios de arquitectura, editoriales, revistas, corporaciones industriales, empresas constructoras y de ingeniería, instituciones públicas hoteles, museos y universidad.
Cardelús ha hecho fotografías para el interiorista Agustí Costa, el estudio Alonso, Balaguer y Arquitectos Asociados, el Ayuntamiento de Barcelona, BAU (Centro Universitario de Diseño de Barcelona), la revista Diseño Interior, la escuela ELISAVA de Barcelona, la Fundació Hospital Santa Creu i Sant Pau, la Fundación Mies van der Rohe, las editoriales Gustavo Gili y Loft Publications, MAP Arquitectos, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona ( MACBA), el arquitecto Rafael Moneo, el estudio Rogers Stirk Harbour + Partners, Architects y The New York Times, entre otros.
Además, desde el año 2004, da clases y conferencias sobre fotografía de arquitectura en la escuela ELISAVA de la Universidad Pompeu Fabra para estudiantes de postgrado y máster en diseño de interiores. A los que empiezan les aconseja que «no tengan prisa, que la fotografía es una carrera de fondo en la que lo más importante es educar continuamente la mirada, dejarse sorprender y aprender de todas las influencias posibles para ir poco a poco creando una mirada única y diferente sobre la realidad a partir de todas las experiencias que se vayan viviendo.»
LA ENTREVISTA:
¿Cuándo decidiste ser fotógrafo?
Diría que llegué a ser fotógrafo como resultado de una evolución más que por una decisión de un momento determinado. Fui descubriendo, según aprendía fotografía en la Facultad de Bellas Artes, que tenía cierta facilidad para comprender el mundo a través de una cámara y explicarlo. Al fin y al cabo, uno siempre aprende jugando y, actualmente, aún tengo la sensación de seguir disfrutando del juego.
¿Qué es para ti la fotografía?
La fotografía es una ventana que abres a la realidad para interpretarla y compartir con los demás tu manera de verla. En el caso de la fotografía de arquitectura, la única diferencia está en la elección del sujeto y, aplicada a la comunicación, en el modo de emplear el lenguaje del arte para obtener un fin concreto.
¿A qué fotógrafos admiras y cuáles te han influenciado?
El fotógrafo que más me ha influenciado y de quien nunca dejo de aprender cuando veo su trabajo es Ezra Stoller. Su modo simple y decidido de llegar a la esencia de un edificio y crear una imagen de una potencia visual elegante y transformadora me resultan fascinantes. Como fotógrafo también asumo que me identifico claramente con los clásicos de la Fotografía Directa –Ansel Adams, Edward Weston, Paul Strand, Minor White– y, más contemporáneos, con los de la Escuela de Düsseldorf –Thomas Ruff, Thomas Struth, Candida Höfer …–.
¿Cuál fue tu primera cámara?
Mi primera cámara fue una cámara estenopeica, una gran caja de cartón con la que aprendí los fundamentos de la fotografía y, sobre todo, la increíble fascinación del trabajo en el laboratorio. La primera cámara que compré de segunda mano con mis ahorros de muy jovencito fue una Canon de paso universal con una lente de 50 milímetros. El equipo más básico para empezar…
¿Con qué equipo trabajas?
He trabajado durante muchos años con cámaras de banco óptico Sinar, las cámaras grandes de placas de 10 x 12 centímetros equipadas con lentes Schneider. Actualmente, uso cámaras Canon con sensor full frame y lentes zoom y descentrables Canon. Sea como sea, creo que no me supone ninguna gran diferencia el hecho de usar una cámara u otra.
Casa GSX (Berga/Barcelona), del interiorista Agustí Costa
¿Por qué decidiste especializarte en fotografía de arquitectura?
De los muchos y muy diversos campos de la fotografía, creo que tengo el tipo de carácter paciente y muy atento a los detalles adecuado para fotografiar el paisaje urbano y la arquitectura. Además, desde siempre me ha resultado muy atractiva la evolución constante del aspecto de la ciudad, su transformación continua.
¿La fotografía de arquitectura es un arte o una ciencia?
La fotografía es un arte porque apela directamente a la mirada del espectador para existir y dotarse de sentido. La fotografía necesita de un intenso intercambio de miradas para ser capaz de atraer al espectador, explicarle qué está viendo e influir sobre él. Sólo la técnica no produce buenas fotografías: detrás de cada cámara hay siempre una persona con un modo único e irrepetible de entender la realidad. La técnica no es más que una parte del lenguaje que se acaba somatizando.
¿Cuáles son las diferencias entre fotografiar interiores y fotografiar edificios? ¿O de qué manera enfocas estas dos vertientes de un mismo trabajo?
La única diferencia entre fotografiar interiores y fotografiar edificios es la escala. Para mí, el planteamiento es exactamente igual porque aplico el mismo rigor en el modo intencionado de explicar el proyecto y en controlar los elementos del encuadre. Desde luego, trabajando en un entorno urbano hay aparentemente muchas más variables a las que prestar atención, pero el rigor es el mismo. Todo lo que aparece en una fotografía está allí por decisión del fotógrafo y, en eso, la escala no puede ser una excusa.
¿Qué arquitecto o interiorista te gustaría que llamara a tu puerta?
He trabajado para despachos muy pequeños, de una o dos personas, y para firmas enormes implantadas por todo el mundo. Me considero un fotógrafo muy versátil que puede adaptarse a cualquier encargo por complicado que sea, aunque sí reconozco que me encantaría estar en la agenda de los grandes despachos internacionales y abarcar mercados donde están sucediendo cosas muy interesantes. Nunca he tenido la oportunidad de hacer las fotografías de una monografía sobre alguno de los grandes nombres de la arquitectura –pienso en Alvar Aalto, en Mies van der Rohe o Eero Saarinen, por citar algunos– y eso me motiva especialmente.
Una mala fotografía puede destrozar un buen trabajo y una buena fotografía crear un espacio falso… ¿Cómo diferenciarlo?
Si las fotografías de un proyecto no son buenas, los espectadores que las contemplan tienden a identificar inconscientemente que la arquitectura representada es mala y eso es un desastre irrecuperable para la comunicación del proyecto. Una buena fotografía tiene que mostrar el proyecto con su mejor aspecto posible para llamar la atención del espectador y despertar su curiosidad por saber más tanto del espacio como de los autores de la propuesta.
Apartamento Culell (Berga/Barcelona), de Agustí Costa
¿Recuerdas algún edificio o espacio interior que te haya resultado especialmente difícil de fotografiar?
Todos son difíciles, hay muchísimas variables que controlar si quieres que ningún detalle se escape y el resultado sea coherente. Si tuviese que mencionar una ocasión en concreto fue cuando pasé en el mismo mes de fotografiar un interior de arquitectura minimalista de vanguardia a fotografiar un edificio gótico. También diría que sentí el gran peso de la responsabilidad por estar a la altura del reto de fotografiar la obra de Gaudí.
¿Dialogas con el arquitecto o el diseñador antes de una sesión para que te explique su trabajo?
Desde luego, es vital para comprender el proyecto e interpretarlo en imágenes. Cuanta más información, muchísimo mejor. Y todavía más, tener la oportunidad de pasear por el proyecto con su autor cuando ya no queda nadie. Aunque tengo recursos profesionales para fotografiar un lugar del que no sepa mucho, si lo hago estoy seguro que no transmitiré ideas que son relevantes para la comunicación del proyecto y eso, al final, no beneficia a nadie.
¿Se puede fotografiar un proyecto sin entenderlo antes?
Mi intención es siempre conseguir que las fotografías que hago aquí o donde sea se puedan interpretar del mismo modo en cualquier lugar del mundo y a pesar del tiempo que transcurra desde que las creé. Si no entiendo el proyecto que tengo ante mis ojos no seré capaz de sintetizar qué es lo que lo hace único y diferente, y todo mi trabajo tendrá un recorrido comunicativo mínimo. Podría fotografiar un proyecto sin entenderlo antes pero eso no sería honesto profesionalmente y, mucho menos, con mi cliente.
¿Hay que “trabajar” mucho un espacio antes de empezar a fotografiarlo?
Hay mucho, muchísimo trabajo previo sobre el espacio antes de disparar la cámara que, aunque pasa aparentemente desapercibido, siempre aparece reflejado de una manera u otra en el encuadre. Todo lo que aparece en el encuadre es responsabilidad del fotógrafo y todo debe aportar algo a la interpretación del espacio. Si algún aspecto de la preparación de la sesión falla –la información sobre el proyecto, la gestión de la localización, los recursos técnicos necesarios …– , el encuadre deja de funcionar y el espectador nunca se verá atraído por la fotografía. En fotografía de arquitectura nunca nada ocurre por casualidad.
¿Qué otros campos de la fotografía te gustan?
Cada vez me siento más cómodo explorando la relación de la arquitectura y el paisaje urbano con las personas. Es evidente que trabajar con sujetos estáticos que puedo iluminar con cuidado se adapta mejor a mi forma de interpretar la realidad. En su momento, estudié también tanto retrato como la representación de la figura humana. Tal vez algo que debería recuperar…
Barcelona Suites Avenue (Barcelona), de Toyo Ito
¿Cuál es el elemento que incide de forma más directa en el resultado? (el punto de vista, la luz, los colores…)
El factor sin duda más importante en fotografía de arquitectura es la elección del punto de vista porque todas las decisiones conscientes del fotógrafo encaminadas a construir el encuadre –la altura y posición de la cámara, la lente, la iluminación …– giran alrededor de esa elección concreta. No sólo eso, el proyecto se explica narrativamente como una secuencia coherente de puntos de vista cuidadosamente escogidos. Si uno solo de ellos chirría, la comunicación no fluye.
¿Cuándo miras a través de la cámara en qué te fijas primero?
En lo primero que me fijo cuando miro el espacio para fotografiarlo es en la plasticidad gráfica de los puntos de vista que selecciono, en el peso de los elementos que forman el encuadre considerados como formas, líneas, colores y texturas. Creo que así puedo interpretar el espacio de forma sencilla para que otros puedan leerlo del mismo modo y sentirse atraídos por el aspecto de las fotografías. Eso es lo primero que busco y, a partir de ahí, decido cómo implementar con los recursos técnicos que tengo a mi disposición la imagen abstracta que ya he creado en mi mente. En principio, éste es un proceso que fluye de forma muy natural, casi intuitiva: si no es así y algo atasca el proceso, sé que resulta inútil tratar de forzar un resultado con el que no me siento cómodo y que de hecho no va a funcionar. Entonces es mejor pasar al siguiente punto de vista para ser tan eficiente y productivo como sea posible.
¿Qué debe transmitir una buena fotografía?
La fotografía, como cualquier otra de las artes visuales, se fundamenta en el diálogo y el intercambio de experiencias entre todos los sujetos activos de ese diálogo. Una buena fotografía debe iniciar la conversación y, a partir de ahí, hacerla interesante para que todos los que intervienen en ella tengan la impresión de haber ganado una nueva perspectiva sobre el modo de interpretar la realidad. En mi caso, siempre trato de llamar la atención del espectador a partir de una armonía calculada en la distribución de los elementos del encuadre.
En 25 años, la fotografía ha cambiado mucho a nivel técnico. Concretamente, ¿qué ha significado la fotografía digital?
En la fotografía, el acto de crear está en mirar la realidad, interpretarla y compartir esa mirada única con los demás, ése es el verdadero reto de ser fotógrafo. Técnicamente, la fotografía siempre se basa en el mismo principio, en un haz de luz que atraviesa una lente e impresiona una superficie fotosensible. En ese sentido, las cosas no han cambiado con la fotografía digital… Lo que sí ha transformado la fotografía como la conocíamos no es tanto el soporte de la captura como el hecho de asumir que si las fotografías tienen hoy un sentido es porque su vida transcurre en internet, porque su potencial para comunicar se ha multiplicado hasta el infinito. Esa sí es una diferencia radical en el modo de pensar en uno mismo como fotógrafo, saber que una imagen tuya puede llegar a cualquier parte en un momento …
¿Qué peso tiene Barcelona en tu trayectoria profesional?
Tiene un peso enorme, decisivo. Imagino que si soy fotógrafo de arquitectura es porque he tenido la suerte de crecer en una ciudad cuyo paisaje urbano se ha transformado sin cesar con propuestas de arquitectura contemporánea a cual más interesante y atractiva. Eso sin mencionar el fabuloso patrimonio arquitectónico… la cuestión es pasear por la ciudad con los ojos bien abiertos.
Casa Batlló (Barcelona), de Antoni Gaudí
¿Tus fotos preferidas?
Sé que hay dos fotografías en particular a partir de las que decidí convertirme en un fotógrafo. Dos fotografías que descubrí en las clases en la facultad de Bellas Artes y que más adelante pude ver expuestas. Son «Moonrise over Hernandez, New Mexico» de Ansel Adams, de 1941, y «The Flatiron», de Edward Steichen, de 1904. Pero también sé que he aprendido muchísimo de tantísimos pintores, escultores, arquitectos, cineastas, fotógrafos y directores de fotografía de películas cuyo trabajo es monumental.
¿Qué premios has recibido a lo largo de tu carrera?
He sido finalista dos veces al Premio Europeo de Fotografía de Arquitectura Architekturbild en 1995 y 1997. En 2012, obtuve una mención de los Civic Trust Awards por mis fotografías de Las Arenas (una plaza de toros convertida en centro comercial, en Barcelona) para el despacho de Richard Rogers y, en 2013, dos menciones de honor en los International Photography Awards, en las categorías de Edificios y Paisaje Urbano.
Además de fotógrafo también eres profesor. ¿Qué dirías a los que empiezan en el mundo de la fotografía?
A quienes empiezan les diría que no tengan prisa, que la fotografía es una carrera de fondo en la que lo más importante es educar continuamente la mirada, dejarse sorprender y aprender de todas las influencias posibles para ir poco a poco creando una mirada única y diferente sobre la realidad a partir de todas las experiencias que vayan viviendo. La técnica es un lenguaje y cada uno lo habla con un acento particular: el verdadero estilo, la verdadera diferencia está en la mirada. No es fácil pero no es imposible.
Torre Telefónica Diagonal Zero Zero (Barcelona), de estudio EMBA (Estudio Massip-Bosch Arquitectos)
Imágenes facilitadas por David Cardelús
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