El estudio de arquitectura Silverline se enfrentó al reto de construir una casa unifamiliar de dos plantas en un terreno con una pendiente considerable: tres metros de diferencia entre la cota de la calle y el punto medio de la parcela. Para superar este obstáculo y aprovechar al máximo el potencial del terreno, Eduardo Soares y Jorge Prata, fundadores de la firma, optaron por un sistema de dos niveles: una sola planta en el volumen que da a la calle y dos plantas en la parte posterior.

Partiendo de esta doble volumetría, los accesos peatonal y vehicular se ubican a nivel de calle, dando paso a una semiplanta superior donde se sitúan las zonas privadas, y a una semiplanta inferior destinada a las áreas sociales, situada aproximadamente a la cota cero existente. Aunque esta planta baja se denomina planta -1, ninguna de las zonas de estar se encuentra bajo tierra, ya que toda la fachada está orientada al este, sur y oeste, lo que garantiza iluminación y ventilación naturales. «Esta solución aprovecha la pronunciada pendiente del terreno, integrándose armoniosamente con la topografía existente», apuntan los autores del proyecto.

Un programa funcional estructurado en tres zonas

El programa de la vivienda se estructura en tres zonas: al entrar en la casa, un recibidor distribuye todos los espacios residenciales. En la misma planta que la entrada, se accede a un garaje cubierto con capacidad para tres vehículos, a una zona técnica y a una habitación de invitados o despacho con baño privado. Las áreas privadas incluyen una suite principal y dos suites más pequeñas, todas equipadas con baños, vestidores y balcones. Toda la planta superior, incluyendo las puertas del garaje, está revestida con listones de madera maciza, lo que aporta un aspecto uniforme y crea un ambiente más cálido y acogedor.

La planta baja está diseñada para el ocio y la convivencia, con acceso directo al exterior mediante amplias aberturas acristaladas que conectan de manera fluida los espacios interiores con el exterior. En este nivel, se encuentran la sala de estar, la cocina, el lavadero, un baño de cortesía y una pequeña sala de juegos. Las grandes aberturas permiten disfrutar del entorno natural y facilitan una transición armoniosa hacia las terrazas cubiertas, que dan acceso a un jardín y una piscina, creando un ambiente de tranquilidad y sencillez.

Espacios integrados y materiales naturales

Las áreas sociales se concibieron como un espacio único y continuo que integra la sala, el comedor y la cocina. La transición entre estos ambientes es sutil, reforzada por el uso de materiales uniformes como la madera en el mobiliario y el microcemento en el suelo, lo que genera sensación de amplitud y continuidad. El salón y la cocina pueden independizarse mediante dos paneles de madera, permitiendo ajustar el nivel de apertura y privacidad según las necesidades. Además, la cocina cuenta con un sistema de paneles que, al cerrarse, ocultan todos los elementos funcionales del espacio -armarios, encimeras, electrodomésticos y utensilios- reforzando su carácter multifuncional.

La casa M del estudio Silverline se caracteriza por un enfoque contemporáneo que integra materiales naturales y soluciones arquitectónicas que favorecen la integración entre espacios interiores y exteriores, mientras que el diseño prioriza la amplitud y la fluidez para crear un ambiente acogedor y funcional. Además, la composición volumétrica destaca por su interacción material, combinando hormigón visto, madera y piedra, que confieren a la construcción un carácter robusto pero elegante.