CRISTIAN ZUZUNAGA:
Cristian Zuzunaga nació en Barcelona, en 1978. De madre catalana y padre peruano, su trasfondo multicultural le inculcó un fuerte sentido de la curiosidad, un deseo de explorar el mundo, buscar formas de definirlo y encontrar un lugar dentro de él.
Desde los 17 años, vivió y viajó por el mundo, y finalmente se estableció en Londres, donde vivió durante 13 años. Zuzunaga estudió un BA en Typo / Graphic Design en el London College of Communication, seguido de un MA en el Royal College of Art. Empezó estudiando biología porque estaba fascinado con el microscopio y la forma en que le permitía a uno magnificar un objeto para descomponerlo en sus partes más pequeñas. Aunque los estudios de biología no duraron, la práctica de la amplificación sí lo hizo y ha perdurado hasta el día de hoy: la división de patrones e imágenes en sus componentes infinitesimales sigue siendo el núcleo de su trabajo.
El trabajo de Zuzunaga tiene un amplio alcance e incluye diseño de impresión, tipografía, fotografía, escultura, textil y mobiliario. Sus diseños se inspiran en la arquitectura supermoderna de ciudades como Londres, Nueva York y Shanghai, reflejando las formas arquitectónicas de las ciudades globales de hoy. Esto, junto a su admirable combinación de diseño gráfico con técnicas de impresión tipográfica y serigrafía para crear paisajes visuales llenos de color, le ha otorgado el reconocimiento internacional del sector del diseño industrial y del arte.
En 2011, Cristian recibió el codiciado premio Elle Decoration International Design Award al Mejor diseño de telas, por su colección de cortinas Skyline de Kvadrat y, más recientemente, en 2014 recibió el prestigioso premio Wallpaper en la categoría Mejor pixelación.
Durante los últimos años, el trabajo de Cristian Zuzunaga ha llamado especialmente la atención debido a su particular uso del color y al desarrollo del concepto del píxel aplicado a variados productos textiles como telas, alfombras y cojines. En línea con dicha huella personal, el diseñador ha creado su propia marca: Zuzunaga. Entre los principales clientes del diseñador se encuentran firmas del prestigio de Kvadrat, Ligne Roset, nanimarquina, Cristophe Delcourt y la Tate Gallery.
La pasada semana, Zuzunaga fue uno de los ponentes en The Stage de imm cologne, el foro de tendencias sobre temas de diseño de interiores, en el que el diseñador habló de la necesaria relación que existe entre los patrones y el color para generar significado e identidad.
LA ENTREVISTA:
¿Cómo te definirías? ¿Como diseñador gráfico, artista, diseñador industrial?
Vengo de una familia de artistas y siempre he sentido un gran interés por la naturaleza, la cultura -lo heredé de mi madre- y por la información para poder entender el presente. Empecé estudiando biología, hay un punto en que arte, religión y ciencias se encuentran y éste es el punto que me interesa, la capacidad del ser humano de generar o entender el conocimiento. La parte artística es lo que me impulsa a querer saber más.
Considero que soy un biólogo frustrado, empresario, artista, diseñador gráfico,… en fin, lo que haga falta. La capa de empresario choca frontalmente con la de creador, pero a la vez el emprendedor ya es artista y el artista es emprendedor porque cree en su obra. Así que vas a contracorriente, no sabes muy bien lo que vas a conseguir, pero te gusta el camino.
¿Cómo llega un diseñador gráfico a aplicar sus diseños en otros soportes que no sean el papel? En los objetos cotidianos, por ejemplo.
Yo empecé haciendo tipografía o diseño gráfico tipográfico porque quería entender los mecanismos de la comunicación, no necesariamente quería crear. Para mí, la tipografía era entender de dónde venimos para poder vislumbrar hacia dónde vamos desde el presente. Creo que la tipografía es la cuna de la cultura tal y como la conocemos actualmente.
Yo era 100% analógico, muy anti-digital. Venía del papel y siempre me había dado mucho respeto la tridimensionalidad. Empecé con el textil a raíz de una enfermedad que padecí, la cual me impedía tocar plomo, tintas y las máquinas que me hacían vibrar. El textil junto con la cerámica quizás serían los dos medios que han hecho que el ser humano y la cultura florezcan como la conocemos hoy en día.
¿Por qué un estudio en Londres? ¿Es porque estudiaste y te graduaste allí y era como una evolución natural?
Londres es una ciudad de opciones y de posibilidades, se generan sinergias únicas. Yo estudié allí y también me gradué allí en el máster. Fui por un año y me quedé trece, encontré mi pasión. En Inglaterra conseguí la beca, el inversor y lo necesario para montar mi empresa, pero vine a Barcelona porque desde allí, si no eras inglés, era imposible mandar los productos a otros países. Empezamos vendiendo online y perdíamos dinero, entonces con mi socio pensamos que lo mejor era desdoblarnos. No fue fortuito, prácticamente tengo más contactos en Inglaterra que aquí.
Durante los primeros tres años, desde 2011 a 2014/15, mi trabajo en Barcelona consistió en encontrar financiación para poder fabricar, pero me encontré con un engranaje social muy empobrecido.
¿Se valora de la misma manera tu trabajo en Londres que en Barcelona?
Siento Barcelona como una ciudad que ofrece muchísimo. Pero ahora, después de llevar cinco o seis años viviendo aquí, me doy cuenta, más que nunca, de porque me fui. A los 17 años, me fui con una mochila y a los 34 cuando volví, me había olvidado de porque me había ido.
Aquí, el día a día no lo concibo de la misma manera que en Londres. En Barcelona, hay otro ritmo, un ritmo más endogámico, noto que a la gente le cuesta más moverse y la ciudad está muy enfocada al turismo, a lo de fuera. Se está olvidando la identidad propia.
En Inglaterra cuesta porque sólo en Londres ya son ocho millones de personas. Es una ciudad que te escupe si no tienes muy claro a qué has ido, no es una ciudad fácil. Es mucho más fácil Barcelona, pero sin embargo, resulta más complicada que Londres.
Institucionalmente también cuesta mucho más todo en Barcelona. Nos han ayudado más desde Inglaterra a fondo perdido que desde aquí.
¿Cómo vives la relación cliente/diseñador?
Tengo poco tiempo y no me gusta colaborar con muchas empresas, prefiero entrar en una y continuar en ella, que haya camino como en Kvadrat o en BD, a tener mil trofeos de mil sofás. Esto lo tengo muy claro, hago una colección al año como mucho, por el tipo de estructura que tengo y el tiempo del que dispongo.
Mi relación con el cliente o funciona a nivel personal o no va a funcionar. Lo sabes el primer día cuando le das la mano y esto creo que pasa siempre. No colaboro por dinero o porque es la empresa “tal” porque siempre que lo he hecho de esta manera, ha ido mal. Por eso monté mi propia empresa.
Tampoco quiero caer en mi propia trampa y decir que siempre tengo que sacar algo nuevo. Para mí quizás es más valioso el aguantar y relacionarte con un cierto grupo de personas para compartir y crecer, a buscar siempre la novedad.
¿Cómo aparece el píxel en tu vida?
Apareció por un sueño, pero ha habido varias etapas hasta alcanzar este sueño. Mi padre es fotógrafo y yo de pequeño ya trabajé la fotografía indirectamente a través de sus ojos, de sus libros, de su cámara, del laboratorio en su estudio. Luego, vi la primera cámara digital, que era una Nikon híper antigua, donde pude ver la primera imagen pixelada que hizo mi padre. De todo esto me olvidé y empecé a hacer mis propias fotos. Comencé a escanear los negativos analógicos, luego me puse a estudiar tipografía y me encontré con que todo el lenguaje para generar palabras es cuadriculado, entonces ligué esto con el tema de la arquitectura que también es modular, y a partir de aquí empiezo a querer entender cómo se construye un edificio, una ciudad, no a nivel arquitectura sino a nivel más simbólico. Esto me lleva al punto tecnológico.
En una ciudad como Londres, podías ver desde un muro romano al edificio más nuevo, visualmente era muy sencillo, en media hora te recorrías 2000 años de historia. Para mí, con mente tipográfica, obsesiva y cuadriculada, pero a la vez buscando romperla, apareció el color, aparece todo y de repente un día tengo un sueño en el que todo era pixelado.
Ya los romanos utilizaban la fragmentación en sus mosaicos, lo importante es ver que generando un axis en un ángulo recto y fragmentándolo, puedes dividir y subdividir hasta el punto de crear imagen. La pantalla de tu móvil, todo no deja de ser más que una cuadrícula, cuanto más pequeña te da más definición y esto nos ha alterado la percepción del color, del tiempo, del espacio, de la impaciencia, el píxel como unidad básica de nuestra comunicación, pero ya existía.
Yo no me he inventado nada yo venía de donde venía y he hecho mío el color, el uso, la aplicación, la técnica, el cómo llegar allí. Mi decisión pre-píxel fue trabajar con cuadrados y rectángulos hasta que me muriera, y a partir de aquí apareció el píxel.
¿Tus ideas siempre nacen de viajes?
Sí, en Shanghai tuve el shock más grande que he tenido en mi vida. Estaba sentado viendo Pudong desde Puxi y, aunque era el año 2006, la gente iba vestida rollo años 40/50 post comunista y yo estaba allí en medio, recién llegado y con jet lag. Se fue haciendo de noche y empezaron a encenderse pantallas de plasma que yo no había visto en mi vida, sólo en Las Vegas. Sentí que estaba en otro siglo, el futuro ya pasó. En ese instante, me vino la frase “el píxel es el icono de nuestros tiempos” y vi el link con el cuadrado en el que ya hacía tres o cuatro años que estaba trabajando. Vi la luz. A partir de ese momento, se me complicó la vida: cambié la carrera, pasé del papel al textil, empecé a colaborar con empresas, etc.
¿Tu trabajo siempre consiste en explorar la cercana relación entre el mundo virtual y el real, lo digital y lo analógico?
Yo sigo trabajando analógicamente, de hecho, aún tengo las máquinas de imprenta y es mi pasión. Ya lo dijo Peter Blake (Pop Art británico): “da igual lo lejos que llegue la tecnología, que te harán falta tijeras igualmente”. Yo soy el primero que utiliza la tecnología que tenemos al abasto, sin ella no vivo. Pero de aquí a hacerla tan accesible para todo el mundo, está generando una dispersión que cuesta ver hacia dónde nos va a llevar todo esto. Quiero ir cada vez más hacia lo analógico.
¿Estás trabajando en un nuevo patrón?
Estoy trabajando en el cubo 3D, quiero entender el proceso esencial de la creación del espacio. Hace unos cuantos años que estoy trabajando con un escultor en Inglaterra y no sé hacia dónde vamos. De momento, son objetos geométricos escultóricos imperfectos hechos a mano, es lo que me interesa, no me interesa la perfección. Lo hacemos de una manera muy tradicional y, a partir de aquí, el nuevo patrón a ver adónde nos va a llevar. En en mi caso, los patrones siempre acaban siendo modulares pero éste va más hacia una parte más artística que tenía dormida.
Tu marca se dedica sobre todo a accesorios y muebles para el hogar. ¿Vamos a seguir viendo nuevas creaciones en este sentido? ¿Estás preparando nuevas colecciones para el hogar?
En Zuzunaga, estoy ahora con la parte más artística y creativa de preparar un poco lo que vendrá. Sí que es verdad que hay aplicaciones posibles con BD, una revisualización de lo que estamos haciendo. También con Camper hemos hecho una colaboración (la colaboración ha durado 2 o 3 años) y a lo que le tengo que dedicar más tiempo con Zuzunaga es a intentar colaborar con arquitectos e interioristas. Llevar a cabo proyectos más interesantes que vayan más allá de producto por producto, porque es lo que acaba desgastándome. No quiero seguir según qué patrones empresariales que ya sé que son viables, pero que pasan por fabricar fuera de Europa y por muchos procesos que no creo que sea lo que al mundo le hace falta, ni tampoco a mí. Estamos en un punto de “decidir”. Quiero dedicarle más tiempo a la docencia, probablemente también estudie un doctorado. Me quiero reempapar de todo aquello a lo que no llegué cuando me gradué en el máster. Quizás la próxima década me gustaría volver a estudiar.
¿Cómo surgió la idea de crear tu propia marca?
Cuando me gradué en el máster, no tenía noción de querer montar una empresa, fue un proyecto lo que me llevó a hacerlo. A través de una colaboración con Kvadrat registré la marca Zuzunaga, luego conocí a Teixidors, mi intención era diseñar para ellos, pero nos sentamos a hablar y me dijeron: “no, no, te hacemos una colección para ti, pero es de la marca Zuzunaga y tú la vendes”. Vi un filón a nivel de conocimiento, a nivel humano, a nivel de su proyecto, a nivel de proyecto propio. Me faltaba la parte analógica 100% porque tenía la digital y fue un perfect macht. Allí se consolida la idea de lo digital y lo analógico.
En Zuzunaga, hemos estado comprometidos con la sostenibilidad desde el principio porque creemos que es lo que tiene que ser. Pero no es lo mismo fabricarlo todo localmente, que sólo algún componente o etiquetarlo… Nosotros lo hacemos todo aquí, en Europa, con todo lo que ello significa. No hubiera montado nunca la empresa si no hubiera ido en esta dirección, pero siete años más tarde me doy cuenta de que ha habido ciertas situaciones que están frenando nuestro crecimiento.
Los valores de tu empresa se basan en la confianza, el respeto, la belleza y la pertenencia.
¿Qué es la belleza o qué es la confianza? Son valores abstractos, subjetivos, pero también medibles. En el fondo, es la ética la que igual los englobaría. En una sociedad como la actual, donde la ética o no está de moda o no conviene, nosotros hemos pretendido crear una empresa a través del textil. Sin confianza ya no funciona nada, la belleza la puedes ver en cualquier cosa, depende de tu óptica. Pertenecer porque tienes que llegar a compartir para poder crecer y en una sociedad tan individualista yo intento promover la individualidad, no el individualismo.
Qué le dirías a alguien que empezara ahora?
Que salga de la zona de confort, que viaje sobre todo, que no ponga la excusa del dinero, porque sí que se trata de una excusa real, yo también la vivo, pero va ligada con la oscuridad y el miedo. El dinero es una energía que sí que aporta y crece, pero es a través de la educación y de con quién y cómo te relaciones con el mundo que podrás darle la vuelta o no. Llega un momento en que si todo pasa por lo material, por el dinero, pues mejor no hagamos nada. Y también le diría que escriba los sueños, luego que se acuerde, luego que indague, que se dé cuenta de que el camino de la consciencia pasa por aquí y luego que cada cual siga su camino.
Imágenes facilitadas por el diseñador
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