Fotografía: Aniol Resclosa
LA CASA BLOC Y ROSSEND CASANOVA:
Hace muy pocos días, se cumplían seis años de la apertura al público del piso-museo de la Casa Bloc, un grupo de viviendas construidas para los obreros de la II República en el barrio de Sant Andreu (Barcelona), convertidas en símbolo de la arquitectura racionalista de carácter social. Este emblemático proyecto se debe a los arquitectos Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé y Joan Baptiste Subirana (1904-1978), pertenecientes al GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), un movimiento arquitectónico cuyo fin era promover la arquitectura racionalista.
La Casa Bloc alberga 207 dúplex, repartidos entre cinco edificios dispuestos en forma de S que alcanzan las seis plantas, y materializó ideas como la practicidad, la economía de espacios y de materiales, la socialización o la atención hacia la comunidad. En concreto, la vivienda elegida para ser restaurada y convertida en museo (Vivienda 1/11) está situada en el bloque 2, planta 1, puerta 11 y cuenta con 60 m². La compleja rehabilitación del interior, enmarcada en la actualización del conjunto arquitectónico, obra de los arquitectos Víctor y Marc Seguí (Seguí Arquitectura), fue comisariada por Rossend Casanova, doctor en Historia del Arte y coordinador de la colección de diseño de producto del Museu del Disseny de Barcelona, que estuvo acompañado por un amplio equipo de profesionales.
Especializado en las artes decorativas del Modernismo, en la intensa trayectoria profesional de Rossend Casanova también figura comisariar la exposición retrospectiva «Eduard Blanxart, disseny i decoració entre 1939 i 1983» (Centre Cultural Caixa Terrassa, 2007) y la coordinación del Año Internacional Gaudí (2002). Además, ha publicado numerosos artículos en diarios y revistas sobre el Modernismo, las artes decorativas y el diseño, y ha impartido diversas conferencias.
En esta entrevista, que tuvo lugar en el Museu del Disseny, el historiador del Arte nos explicó el interesante y exigente proceso de reconstrucción del piso-museo y su significado a nivel arquitectónico y social: desde su planteamiento como proyecto hasta su abertura al público, pasando por la búsqueda de fuentes o la participación de los vecinos del propio recinto.
MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA CASA BLOC EN IM
VISITA AL PISO-MUSEO:
- Calle Almirall Pròixida 1-3-5 (esquina paseo Torres i Bages, 103-105).
- 08030 Barcelona (España).
- Horarios: sábados a las 11.00 horas.
- La visita es guiada y es necesario reserva previa.
- Las visitas de grupos han de concertar día y hora.
- Duración de la visita: hora y media.
- Precios: 4 € (entrada individual) y 75 € (grupos no superiores a 15 personas).
- Compra por Internet.
- Información y reservas: de martes a viernes (de 10.00 a 13.00 horas) y jueves (de 15.00 a 17.30 horas)
- T. 93 256 68 01.
- E. [email protected]
- www.museudeldisseny.barcelona.cat
LA ENTREVISTA:
¿Cuál es el balance de estos seis años?
Creo que es muy bueno ya que hay que tener en cuenta que se trata de un espacio de dimensiones reducidas, que solamente permite grupos de 15 personas como máximo, que pertenece a un momento cultural muy potente pero también muy corto en el tiempo y que no hay demasiada tradición de visitar espacios museografiados.
Los fines de semana, tenemos visitas de forma constante y, entre semana, mayoritariamente escuelas. Según la época del año, también vienen muchos estudiantes universitarios de centroeuropa (alemanes, suizos y austriacos también), porque ya forma parte de su nivel educativo, entiendo, y de su interés.
Fotografía: Xavier Padrós
Francesc Macià, entonces president de la Generalitat, y el alcalde de Barcelona, Jaume Aiguader, fueron los encargados de colocar la primera piedra del conjunto el 12 de marzo de 1933, hace casi 80 años. ¿Qué significó la Casa Bloc en su momento?
En su momento, fue realmente una apuesta fuerte por lo más novedoso. El Gobierno de la Generalitat Republicana así lo entendía. Un país moderno tenía que ser moderno en todos sus aspectos, no sólo en la formación pedagógica y en la sanidad, sino también en la manera de vivir.
De aquella época, tenemos el Sanatorio Antituberculoso, muchísimas escuelas y la Casa Bloc, que creo que es un paradigma porque, visualmente, es un edificio muy potente para la época, con prestaciones como tener ascensor (había casas burguesas que no tenían) y con piscina. Esto encerraba la idea de que incluso la gente humilde, porque era una casa de protección oficial para gente trabajadora, tenía derecho a hacer deporte, a moverse, con espacios de socialización para intentar que las personas que lo pasaban mal no quedaran excluidas.
Sin embargo, las obras quedaron truncadas por la Guerra Civil cuando quedaba poco para que estuvieran acabadas.
La casa se empezó en la Época Republicana y cuando estalló la guerra faltaron recursos económicos, materiales y humanos, por lo que quedó totalmente parada. La casa fue vandalizada, ocupada, en alguna zona parcialmente destruida y no se activó su recuperación hasta el año 40 o 41. El nuevo régimen permitió a sus inquilinos acabarla a su manera porque se veía todo lo que había hecho la República como algo no del momento.
Entonces, una de las cosas que ocurrieron es que se remozó de un acento castrense y lo que eran los colores azules claros, blancos, rosas pálidos, escogido por el GATCPAC, fueron cambiados por colores marrones y grises, más tristones y más militares. Podemos decir que más que acabar, dieron uso ya en el periodo franquista.
¿Fueron los propios inquilinos los que le dieron estos acabados?
Sí, fueron ellos, pero debemos entender que la casa estaba muy acabada. No se pudo entregar, pero es cierto que los cinco bloques que hay y que hacen como una greca arquitectónica, no el redent de Le Corbusier, que él no construyó pero ellos sí aquí, estaban acabados en un 90-95%.
El bloque que estaba menos acabado fue el último, que es el que se convirtió en residencia de viudas y huérfanos de militares, por lo que se transformó bastante. Pero el resto de espacios estaban como muy completos. Faltaban cosas como, por ejemplo, dar pintura en algunos de ellos, colocar todo el equipamiento como la cocina económica, salidas de humo… pero, en su mayoría estaban bastante acabados. En el momento de llevar a cabo la restauración, esto nos ayudó bastante a la hora de encontrar piezas en otros pisos.
Fotografía: Xavier Padrós
¿Cómo se llevó a cabo este proceso?
La restauración fue una iniciativa que surgió del museo que entonces era el Disseny Hub Barcelona. De hecho, el museo ya tenía por aquel entonces otros espacios abiertos, como los Dormitorios Reales en el Palacio de Pedralbes, y consideró interesante seguir la línea de poder visitar espacios de época recuperados y, sobre todo, amueblados. No solamente nos dedicamos a conservar lo que es el mobiliario sino que la idea es también poder enseñarlo en su espacio natural. Entonces pensamos dónde hacerlo.
En realidad, del GATCPAC no hay tantos edificios donde se pueda hacer este tipo de trabajo porque hay muchos que son privados y otros que están ocupados y son de difícil acceso, como por ejemplo el sanatorio. También está el Pabellón de la República, pero como es una réplica no nos interesaba tanto. Así que la Casa Bloc se ofreció como un lugar interesantísimo porque muchas de las ideas modernas estaban ahí y, además, existía un tema social.
Entonces, contactamos con la propiedad, que es la Generalitat de Catalunya, que lo gestiona a través del INCASÒL (Institut Català del Sòl), y firmamos un convenio entre INCASÒL y Distrit de Cultura, que somos nosotros. Ellos llevaron la parte del control arquitectónico y nosotros más la conceptualización. Seguí Arquitectura fue el despacho de arquitectura que firmó las obras, pero es verdad que nosotros, Marta Montmany, que entonces era la directora del museo, y yo mismo, que me ocupo de las colecciones de diseño industrial, fuimos los que pensamos y decidimos cómo tenía que ser.
¿El piso que escogisteis estaba vacío? ¿En qué estado se encontraba?
Sí, correcto, había más de uno pero éste nos gustó aunque sólo tiene dos habitaciones. La Casa Bloc tiene viviendas de dos, tres y cuatro dormitorios, respondiendo así a la lógica del GATCPAC: una pareja con un solo hijo, un piso con dos habitaciones; si tiene dos hijos, tres dormitorios; con dos hijos y una abuela, cuatro. Si fallece la abuela, se pasa a la familia a una vivienda de tres. No era el tipo de alquiler que conocemos ahora, sino que existía la idea de cambiar de ubicación a la gente en función de sus necesidades.
¿Cómo lo encontrasteis?
Éste nos gustó porque está en un extremo, hay un pequeño espacio delante que nos permite reunir a los visitantes, acceso directo desde la escalera y, finalmente, sólo hay vecinos a un lado. Esto también estaba bien porque en un lugar que va a tener visitas de forma regular no está de más que cuántas menos molestias puedas ocasionar mejor.
El piso lo encontramos muy deteriorado en el sentido de que se habían modificado paredes, elementos del techo, puertas, ventanas, pavimento, es decir, estaba muy cambiado.
Fotografías comedor y baño: Lourdes Jansana
Muchos de los vecinos ya habían nacido en la casa ¿De qué forma os ayudaron?
Nos dieron mucha información y fue bonito porque me reuní con muchísimos vecinos de los que recibimos mucha colaboración, muchas fotografías de la época, que fueron muy bien para identificar algunos elementos, vivencias personales de los espacios…
Pero también fue interesante ver como el paso del tiempo confunde a las personas y cosas que se pensaban que siempre habían estado ahí, pues no lo habían estado. Por ejemplo, defendían que aquellos no eran los colores sino que eran otros porque los habían visto desde que habían llegado ahí. Lo cual era cierto porque es verdad que cuando llegaron habían aquellos colores pero no eran los que se habían pintado sino los que se habían pintado en la época de la Dictadura.
Además de los testimonios vecinales, ¿que otros tipos de fuentes se utilizaron para la reconstrucción del piso-museo?
Nosotros lo tocamos todo. El proyecto duró más o menos dos años: un año y medio buscando información y luego seis meses de obras. Empezamos por la propia casa para ver los elementos originales de otros pisos, algunos de los cuales estaban cerrados, como los de la zona de la residencia, que se habían conservado intactos. Esto fue así porque las personas de la residencia, que, básicamente, eran ancianos, no cocinaban porque tenían un comedor. Por lo que la cocina, por ejemplo, estaba intacta.
Luego investigamos en todos los archivos de carácter administrativo, tanto en el propio ayuntamiento como en el Colegio de Arquitectos así como en alguno privado, en toda la información publicada, que no era mucha pero la hay ya de la época, y todo el material que pudimos recopilar de varias fuentes, en especial los de la gente de la propia casa.
Se aprecia un alto nivel de exigencia…
Hay una cosa interesante y es que yo siempre digo que me ocupé de hacer obras no sólo en lo que hoy es el piso-museo sino que hice obras en ocho pisos porque el pavimento, por ejemplo, no lo fui a buscar a una casa de derribos sino que identifiqué en la casa pavimento original, pacté con el inquilino, movimos los muebles, arrancamos aquel pavimento, pusimos otro pavimento, colocamos sus muebles, limpiamos el cemento del viejo suelo y lo colocamos. Esto siempre de acuerdo con la propiedad.
Y esto lo repetimos en ocho pisos: el pavimento, las puertas, los marcos de las puertas, ventanas, el paño de la cocina… Es decir, se hizo un trabajo de campo importante. El que costó más fue el plato de ducha.
El plato de ducha es un plato muy interesante, muy poco visto, con un formato cuadrado, sustentado por patas. Bueno, no hemos podido identificar de donde viene pero quizás sea una producción extranjera. El hecho de que se apoye sobre patas es algo totalmente coherente con la Casa Bloc porque no hay nada empotrado. Empotrar significa hacer obras y es caro. Por lo tanto una manera de abaratar costes en un proyecto de la administración era ésta. Las patas levantaban el plato de ducha para que el desagüe funcionara correctamente.
De este plato de ducha no encontrábamos ninguno. Sabíamos cómo era por un dibujo, conocíamos las dimensiones pero no encontrábamos absolutamente nada. Ni en la propia casa ni en el mercado de derribos. Éste fue un punto que nos preocupó porque recrear algo que no sabes cómo es, del que no tienes ninguna fotografía, ni un documento, ni un dibujo exacto con las medidas exactas… era un riesgo que preferíamos no correr. Pero lo encontramos.
¿Cómo?
Ésta es una anécdota muy divertida. Los hijos de las primeras personas que entraron los durante la Dictadura tienen también derecho a vivir en la casa durante una generación. En uno de estos pisos vivía una señora que llevaba unos años enferma y estaba en una residencia. Por lo que el piso estaba cerrado. La señora falleció y el hijo tuvo derecho a acceder a aquel piso y a vivir allí.
El hombre llegó justo en el momento en que estábamos buscando el plato de ducha. Entonces nuestra red de vecinos-investigadores, que nos ayudaban también a encontrar cosas, le preguntaron si por casualidad no tendría un plato de ducha y no sólo tenía el plato de ducha sino que también tenía el lavadero. Esto nos permitió ver también cómo era la instalación de agua que había para la ducha. Es decir que nos fue genial.
¿El GATCPAC tuvo en cuenta algún edificio de referencia a la hora de proyectar la Casa Bloc?
Sí. De hecho en los documentos que se conservan, por ejemplo en la Diputación, hay algunas fotografías de edificios de Viena. Además, ellos estaban muy enterados de todo lo que se iba publicando en las revistas de la época. Tenían referencias directas a la arquitectura alemana, vienesa e, incluso, rusa.
En estos momentos ¿quiénes ocupan el resto de viviendas?
Todas las viviendas son propiedad de la Generalitat, son pisos de alquiler de protección oficial. A medida que aquellos primeros vecinos no han tenido descendencia o los descendientes no han querido seguir viviendo ahí, los van sacando a alquiler público de protección social. También ha habido viviendas para personas con riesgo de exclusión, etc. Pero sigue conservando la intención para la que fue creada la casa.
¿Cómo te llegó el encargo de comisariar este proyecto?
Primero por mi formación, yo creo. Además, ya me había ocupado de organizar o crear en el Parc Güell, durante el año 2002, lo que sería el Pabellón de Conserjería durante el Año Internacional Gaudí, convertir una especie de casa-museo, centro de interpretación, y luego me ocupaba aquí de la colección de diseño industrial. Es decir que las piezas del GATCPAC o del periodo, las tenemos aquí. Por lo que era una persona candidata dentro del personal del museo a trabajar en este proyecto.
Tú eres especialista en artes decorativas ¿Qué ha supuesto a nivel personal y profesional este trabajo?
Además de fines del siglo XIX, principios del XX… Bueno, pero yo creo que está todo conectado. Es decir, el diseño industrial tal como lo conocemos nosotros ya arranca en la época del GATCPAC. Las raíces están ahí. El plato de ducha del que hablábamos tiene una concepción completamente de diseño industrial porque si sacamos las patas desmontables, los platos se pueden apilar. Lo que permite trasladar muchos platos de ducha en un camión y economizar. Hay unos elementos que ya forman parte de lo que nosotros entendemos ahora por el diseño de objetos y su sentido práctico, funcional y utilidad.
También ha supuesto un enriquecimiento personal muy grande, conocer mejor el periodo que es un periodo interesantísimo, muy potente creativamente hablando y creo que fue un momento en el que íbamos de bracito con Europa. Es decir, lo que estaba pasando en Europa en aquel momento, estaba pasando aquí. Y lo que digo, ese redent de Le Corbusier, esa greca arquitectónica que ya esboza y proyecta en algún dibujo, ellos aquí lo construyen. Fue un momento brillante y feliz, y creo que ellos también lo vivieron así.
Además, eran realmente gente jovencísima, alguno no tenía ni 30 años, con energía, con ganas de probar y experimentar. Por ejemplo, en la Casa Bloc, el proyecto original y la maqueta son una cosa y el resultado final es otro. Es decir, que ellos mismos, a medida que avanzaba el tiempo, iban mejorando, perfeccionando y enriqueciendo el proyecto. De hecho, al final, se llega a una simplicidad aplastante.
A nivel organizativo y humano como se articula un proyecto de estas características.
Es complejo porque hay muchas teclas y las has de controlar todas porque nosotros nos propusimos llegar hasta el ADN del edificio y, por ejemplo, en las paredes que tuvimos que levantar nuevas, bueno nuevas, tirar las artificiales y reconstruir las que habían ahí, pusimos ladrillos exactamente iguales que los que había y los recubrimos con yeso y se pintó. Incluso en aquella parte que no se ve si ahora alguien hiciera alguna excavación encontraría lo que en su momento hubo.
Éramos un equipo muy grande porque había gente que estudiaba más la parte de mobiliario, otros que investigaban más el tema de los espacios, el arquitecto se preocupó mucho por la parte estructural y funcional y que, realmente, recuperase ese aspecto. Tuvimos que pensar mucho, sí.
Fotografía: Xavier Padrós
¿Cómo resolvisteis el tema del mobiliario?
Originalmente, ya existía la voluntad de entregar los pisos amueblados. Es decir, no entregar sólo la estructura vacía sino que también tenía que haber lo mínimo para poder vivir. Hablamos de las sillas, las mesas, las camas, las mesitas de noche, el armario. Sobre ellos, había unos dibujos del arquitecto Llongueras, pero muy pautado por Sert porque creo que Sert era el alma máter de todo. De hecho, Sert y Torras Clavé fueron los diseñadores del proyecto porque Subirana estaba en Madrid y se añade ya en la construcción.
Sin embargo, estos dibujos no dan información de medidas, del sistema constructivo, de aberturas y cerramientos, de colores ni de materiales. En realidad, presentaban más dudas que respuestas y aunque nos hubiera gustado reconstruir o construir algún mueble pensado para la Casa Bloc había muchas dudas porque ellos no habían definido exactamente el programa. Entonces pensamos que lo mejor era hacerlo de otra manera.
Como no era una casa vivida, no pudimos hacer memoria social y, por lo tanto, no pusimos aquello que no había sido o que no estaba. Y por supuesto, no pusimos los muebles que habían traído los militares porque en el fondo eran los que tenían en casa de los abuelos o en su propia casa, que eran muebles más o menos sencillos, algunos de la época isabelina, incluso. Pero sí que nos fijamos en lo que el GATCPAC había publicado en la revista A.C. Documentos de Actividad Contemporánea, sus muebles estándar. Estos nos gustaron mucho porque eran el prototipo del mobiliario ideal para la casa moderna, independientemente de que la persona tuviera más o menos dinero. Es decir, eran muebles estandarizados para todos. Y de hecho, también se ven las puertas y ventanas que son las que hay en la Casa Bloc, son las mismas, y el tipo de manecilla también. Esos muebles encajaron a la perfección.
Entonces lo que hicimos fue reproducir algunos con maderas de los años 30. Es decir, desmontamos grandes armarios para conseguir la madera de Guinea, madera de pino, etc. Además, se construyeron con herrajes de la época los tiradores, las viguetas y se pintó con los colores que ellos decían y de la manera que decían que era, básicamente, pintado a muñeca y con poro cerrado. Intentamos hacer algo lo máximo parecido posible a lo que ellos hubiera hecho. Hay documentación de esto, hay publicaciones, hay dibujos, fotografías.
Fotografía: Lourdes Jansana
¿Cuáles son los muebles qué se hicieron?
Hicimos básicamente lo que sería el mueble aparador que, de hecho, el GATCPAC ya comercializaba en su tienda MIDVA (Mobles i decoració per a la vivenda actual), que estaba en paseo de Gracia. También hicimos las mesitas de noche, la cama y los armarios. Luego, un poco en homenaje a lo que ellos defendían, pusimos una mesa de Marcel Breuer en el comedor porque si ellos hubieran podido comprar 207 mesas de comedor a Breuer, una para cada uno de los apartamento, pues seguramente lo hubieran hecho. Las mesas que aparecen en los dibujos son exactamente iguales, quizás con alguna variación, pero con la misma filosofía.
La mesa es interesante por sus patas de acero cromado porque existía un interés por lo cromado como algo higiénico, limpio, donde sólo pasando un paño quedaba limpio. También está el sobre de linóleo, todo es muy redondeado, súper liviana, puedes cogerla y sacarla a la terraza, y pueden comer perfectamente seis personas en ella. Es decir, es un elemento tremendamente práctico. Además, también era una manera de que el público entendiera que si ellos hubieran podido hacer algo, aquel algo sería así.
También nos pareció muy acertado colocar la sillas plegables de madera de los años 30, diseñadas por Emile Guillot y producidas por Gebrüder Thonet, que ellos utilizaban en sus edificios y en sus proyectos.
Qué otros aspectos destacarías de los trabajos de restauración.
Me gustaría comentar el tema de los colores porque la gente relaciona el color naranja con el minio, aquel óxido de protección, y no, se trata de la pintura original. El color azul de la escalera también es muy bonito. Es tremendamente agradable. Son colores luminosos, agradables y te acompañan mucho.
Otra tema interesante es la idea de las visuales. Es un piso dúplex desde donde cualquier punto hay una mirada al exterior, donde hay una ventilación excepcional, claridad. La Vivienda 1/11 da a una esquina y seguramente no se ven los árboles que se verían desde la cocina. Pero la gente que vive más centrada en el bloque, tiene estas visuales e, incluso, estando en la parte superior del dúplex, puedes ver la calle. Es decir, existe la idea de que en un espacio relativamente reducido (60 m² ) hay una dimensión y una visión espacial amplias. Y esto también relaja el alma. La persona tiene la sensación de que no está oprimida sino que está en un espacio que continúa más allá.
Esto es era muy importante, sobre todo para aquellas personas que pasaban muchas horas encerradas en una fábrica y no veían la luz. Este tipo de piso no sólo recogía sino también les daba una posibilidad si dejaban la persiana abierta de mirar al exterior, de ventilar bien, de recibir la luz, está bien orientado, los espacios cotidianos están todos organizados hacia mediodía mientras los menos usados, como el baño, el fregadero o la cocina, se encuentran en la parte más oscura del edificio.
Fotografía: Xavier Padrós
Imágenes facilitadas por el Museu del Disseny
Leave A Reply